miércoles, 14 de abril de 2010

ESCUELA MERCANTE COSTAS NEGRAS

Soprendentes los destellos que llegan del interior de aquella montaña. En principio lo cegaron a uno, pero dándole un curso adecuado ATENCION. Mostraba toda la montaña su áspera formación rocosa. Empinada como quien ve las caras de sus padres cuando por primera vez lo logra. Intriga, lo que no se conoce intriga y asusta. Pero lo no conocido jamás es la nada misma, y aquello si que da pánico.
Son las horas de un día de lluvia, el sol anda hoy por otras latitudes y no son las de mi ventana. Pero el gris es bienvenido hoy. El negro es aquel color despreciado que hoy entiendo y estoy empezando a amar. ¿Y el gris? También te amo a ti.
Busco respuestas insensataz, hago preguntas asfixiantes. La presión va cediendo a medida que interpreto lúdicamente una hostil y cruel realidad. ¿Pero es que no me había dado cuenta de lo entretenido que es este mundo? ¿Cómo pude aburrirme alguna vez? ¿Cómo se llega a tal estado? ¿Cómo la estimulación de un mundo tremendamente infinito no recalaba en mí? Les comente mas arriba, he empezado a amar y comprender a los colores negros, presten atención.
Son raíces, me ha dicho una sabia. Son las raíces las que definen mi tronco y mi postura. Robusta hoy, frágil algunas noches.
Soltando cabos para después atarlos libere tensos momentos, me deje llevar por la marea y que el curso de sus aguas, sabias por cierto, marcara mi rumbo. Tire las brújulas, aparte los mapas de mi vista y las velas las libere a merced del viento, otro elemento que sabe tanto de sabiduría. El paso lo marco la naturaleza, deje entrar en mi lo elemental, lo simple y me dedique a entenderme.
Descubrí giros insólitos, elegí mis mapas, diseño aun mi brújula. Me erigí en capitán de mi barco, y ando hoy dejando las Costas Negras atrás, mis amadas Costas Negras. Allí donde mi barco volverá cada vez que debe ser reabastecido, allí donde inevitablemente volveré. Pero hoy estoy zarpando, el rumbo es incierto, pues el trazado de los mapas corrió por mi cuenta. Soy un capitán a la deriva, un intrépido capitán y espero encontrar en los mares el tesoro de la honestidad, mi propia honestidad. El tesoro más valioso que podéis encontrar, navegante.
Dedico estas líneas a mis fieles tripulantes de mar y costa, y con más cariño aun a los no fieles. Los que fueron, los que son y los que serán. Pero con el mismo fervor deseo que cada uno sea capitán en su navío. Mi barco navega hoy sin tripulantes, lo que no significa que no los precise. La física (también la química diría un cantautor) y la lógica, a veces embusteras, apártense por instante, no les concierne el tema en cuestión.
Son horas ya de timonear, son tiempos de conocer las corrientes marinas. Son horas de marearse en mi nave. Si pregunta por mi, digan que partí. He salido de Costas Negras, he de regresar pues aquellos capitanes diestros en el arte de navegar lo indican extremadamente indispensable. Solo un excelso capitán acepta los regresos, los crueles regresos. Sin ánimos de imponer mis tripulantes, si algún osado los interroga por mí paradero os dejo la respuesta
EL CAPITAN A ZARPADO YA, SU VOCACION, VIVIR, A MARCADO SUS MAPAS!

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